Pero más allá de lo delicioso que puede resultar éste fruto para muchos de nosotros, también existen bondades que desconocemos en cuanto al aporte nutricional que entrega y los beneficios para la salud que posee.
Algunos estudios han podido comprobar que, contrario a las creencias populares, el consumo de frutos secos como almendras, avellanas, piñones, pistachos, nuez y la castaña pueden combatir una serie de males y enfermedades, uno de los cuales fue publicado en Journal of the American College of Nutrition (Revista del Colegio Estadounidense de Nutrición).
Según los investigadores, “el consumo de frutos secos está asociado a 5% menos prevalencia de síndrome metabólico, nombre que se da a un grupo de factores de riesgo que al ocurrir juntos, incrementan el riesgo de obstrucción de las arterias coronarias, de enfermedades cerebrovasculares y de la diabetes tipo 2″.
Pero en lo que se refiere a la castaña en particular, se trata de uno los frutos secos de menor contenido calórico. Por ejemplo, si se compara la nuez con la castaña, esta última contiene 3 veces menos calorías, en una cantidad de agua cercana al 50%.
Pese a estos datos su consumo en personas que estén intentando bajar de paso debe ser moderado, ya que aún así contiene un aporte significativo de calorías. Esto porque la mitad de la composición de las castañas está formada por hidratos de carbono, lo que la convierte en un alimento energético.
También sorprende su bajo contenido de grasa, el cual es similar al de los cereales; una situación similar a su alto contenido de vitamina B, junto con la valiosa concentración de potasio y hierro que tiene.
Con todas estas bondades no es raro que se tratara de uno de los principales alimentos de la dieta europea en la edad media, hasta la incorporación de las papas y el maíz, provenientes de América.